¿De qué hablár con tus amigos cuando estás entonado y entrás en confianza?
 
     Porque  beber es para conocerse, a sí mismo y a los demás. O mejor dicho, beber  es para divertirse, y lo divertido es conocerse. La segunda botella de  vino supone que la reunión ya entró en fase de inmersión, en zona de  profundidades. Las cosas se hacen más íntimas, los individuos se  aproximan espiritualmente. Ya lo explicó Nietzsche: el espíritu no es lo  otro del cuerpo, es el cuerpo más poderoso, capaz de captar el sentido  de las cosas, el cuerpo que quiere vivir, el cuerpo embriagado de vida.  
Al empezar la segunda botella hay más confianza, digamos, uno  es más espontáneo, más auténtico, salen a relucir las cualidades no  generalmente visibles, la intimidad reina. La energía fluye de un lado a  otro. Es un momento soberano.
Generalmente se charla. Sí, cabe  que en el correr de la bebida se desarrollen otras actividades (hay un   grupo de amigos en Palermo que en esas noches de comunicación, después  de comer y beber, salen a caminar por el lago grande de Alcorta y Pampa,  a mirar la oscuridad), pero lo más esperable es la relación verbal.  Alguien va a sugerir aquí, haciéndose un poco el canchero, que es el  momento de desplegar sexo grupal, pero yo no le creería mucho… no digo  que no haya nada de eso, digo que se habla más de lo que se hace.
Ese  momento de incremento de la cercanía puede aprovecharse. Uno puede  dejarse llevar por cualquier cosa, y es legítimo y perfecto, el rio del  momento se encauza solo. Pero también uno puede tener una buena idea a  mano, un recurso, para encaminar esa conversación hacia investigaciones  interesantes. Porque como bien dijo Borges, el abstemio (parece que  tomaba poquito y listo), una buena conversación es una investigación  compartida. Aquí algunas propuestas para que la cercanía derive hacia el  crecimiento de la amistad. 
Propuestas:
1. El despliegue metódico y organizado de la investigación de algún tema de interés compartido.  Organicémonos. No dejarse llevar por la flotación de la atención sino  proponer con iniciativa una cuestión a considerar. Muchas veces esto  degenera en discusión: lo mejor sería aprovechar para indagar juntos,  más que para pelearse (ojo que el alcohol es peleador, eh). Temas  sugeridos: si es cierto que las mujeres quieren otra cosa de los hombres  de la que quieren los hombres de las mujeres; si hay una manera de  hacer política divirtiéndose al mismo tiempo, si el sentido de la vida  es universal o personal…
2. El crecimiento. Qué  cada uno diga cuál es su paso de crecimiento de ese momento. Todos  estamos creciendo siempre -si la vida funciona- y pensar el momento  evolutivo es genial: despierta, apasiona, motiva. En la reunión puede  armarse una sana complicidad solucionista, una visión que ayude a cada  uno a superar los temas en los que está trabajando su crecimiento.
3. Hablar de “nosotros”  (sea el plural una referencia a la pareja o a las amistades). Contar  que sienten los unos por los otros, pero sobre todo a partir de la  premisa “qué me gusta de vos” o de ustedes. No de la premisa “te voy a  decir lo que detesto de vos” porque se arma un quilombo total, y la  marcación crítica no ayuda a desarrollar el amor, lo aborta.
4. Secretos.  Quiero aprovechar para contarles algo que no le dije a nadie. Mierrrda.  Conversación más difícil, pero es posible que alguien la aproveche para  liberar demonios ocultos y a partir de allí sentirse más feliz. Además  hay muchas cosas secretas que parecen tremendas pero puestas a la luz  del día se hacen chiquitas. O a la luz de la noche. O a la luz del  vino.
5. Planes. Es el momento de contar un  proyecto y pedir apoyo. Repito: apoyo, no críticas. La crítica no hace  avanzar un proyecto, ni hace avanzar nada. Lo que se necesita es apoyo y  aportes. Los señalamientos que hubieran salido críticamente hay que  formularlos como aportes creativos. Cuando uno cuenta sus proyectos les  insufla fuerza.
6. Explorar un período de nuestra vida.  ¿Cómo fue para vos la infancia? ¿Te pegaban, como a mi? ¿Te quemaban  con un cigarrillo encendido, como a mí? ¿Te abandonaron, como a mi? La  infancia siempre es un tesoro de lindos momentos para recordar, y  comparar infancias resulta revelador (en la universidad de Noruega se  está desarrollando la carrera de Infancias Comparadas).
7. Relevamiento de lecturas.  Que cada uno diga qué está leyendo. Sí, a muchos les puede parecer una  opción culturosa, pero dependiendo del estilo de las personas puede  resultar bien. A mi me interesa que mis amigos me cuenten los libros que  leen y qué cosas les hacen pensar, porque en vez de hacerse los cultos  simplemente hablan de cosas interesantes.
Después me cuentan. 
Por Alejandro Rozitchner
 
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