viernes, 16 de marzo de 2012

Yo tengo un cuchillo del lado izquierdo del pecho.

Voy caminando y siento que arde, hasta me cuesta respirar. Mientras más pienso más se retuerce. Gira contrario a las agujas del reloj como jugueteando, riéndose de mi inocencia. ¡Tonta!, me digo, mientras trato de reírme de mí. La situación lo amerita: sucumbí ante sus encantos.
Empezando por el principio, valga la redundancia, ésto consiste en encontrarte de frente con tu talón de Aquiles.#Hellotalon sería en Twitter. Es la segunda o tercera vez que lo pienso y lo escribo, vuelvo sus acciones letras, aunque es la enésima vez que lo pienso. Pararse así haciéndose el canchero, como si nada, pechito a las balas. Mete  miedo el muy malevo, se cree superado. Me estorba, me pica, que no se arrodille al verme. Me molesta, profundamente. Sonrío, segura de que es todo "de mentirita", y me adelanto como si nada, trato de pasar a su lado haciendo caso omiso de su actitud socarrona. En ese momento, siento esos ojos negros en el cuello y tropiezo.
Caigo por un hueco, negro, vacío. Veo pasar mi vida frente a mis ojos. Bah, mi vida, digamos que los últimos cuatro años. Cuatro años en lo que pensé que ésto no era suficiente para mí, que yo merecía más, y quise cambiar de circo cuando me di cuenta de que se me habían pasado los minutos de fama, donde yo era la atracción. Las vueltas del destino quisieron que lo vuelva a encontrar, aunque en este caso yo vendría siendo mi propio destino que da vueltas. Siguiendo con la rutina sistemática, estiro mi mano, lo miro. Hago foto en esos globos oculares que tanta luz me ofrecían alguna vez, y ahí: ¡paf!. Me empiezo a hundir de a poco, estoy en ese pozo pero se va convirtiendo en una tumba de lodo. O un pantano, sí, un pantano. Ëste se me mete por la nariz, por la garganta, siento que me envuelve y me da un frío que me perfora. Es hora de despedirme de mi dignidad.
Y ahí me pierdo, el tiempo y el espacio dejan de existir, no sé si por culpa del Campari o de un efecto del momento. Siento una patada en el pecho. Se me ocurren mil cosas que mi talón de Aquiles puede estar pensando. Me lo cortaron y perdí todos mis poderes y mis fuerzas. ¡Me duele!, ¿me duele?.
El mundo se pone en blanco y después estoy en la calle. Sigo caminando, como rendida, los hombros al viento. Ya pasó, game over. De pronto siento que algo me choca con las costillas, con los pulmones. Miro mi pecho y ahí está su mango, firme contra mi profundidad inerte. Mi pulso sigue en pie (o de rodillas, no sé), pero vivo con un Tramontina clavado. Cicatrices de guerra, le dicen. El problema es que jode, la gente me mira por la calle. "¿Esa piba...?" es el comienzo usual de las frases, todos se asombran. Yo sé que todos tienen uno, sólo que no se ve. La cuestión es que se va convirtiendo en dardo a medida que camino. Avanzo por Yrigoyen y me doy cuenta: Es sistemático. Voy a tratar de evitarlo una y otra vez, pero seguirá pasando. Apenas me acostumbro a que esté ahí, que lleva meses, lo empuja de vuelta. Con sangre en las manos lo mete dominando mi anatomía, empieza por entre las costillas luego siento que explota, se ríe y me duele. Se le ponen los ojos rojos y espesos, disfruta su venganza.Y yo me muero de a poquito, porque si lo empuja me muero y si lo saco me desangro. Que dilema. Sos terrible y me hacés mal.  

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